EL DIVÁN :LA PLUMA INVITADA
¿CÓMO
EVITAR LA BRISA BOLIVARIANA?
Necesitamos reconfigurar de
manera adecuada el marco institucional-ético del Perú, para evitar que se
repita una situación similar a la que nos llevó al surgimiento del senderismo hace
casi cuatro décadas:
El Perú sigue organizándose
económicamente bajo un patrón conocido en la literatura especializada como de “rent seeking”. Es decir, los
diferentes agentes económicos se organizan principalmente de manera política
para controlar el aparato estatal, tanto en su aspecto legislativo, como en sus
aspectos de aplicación del poder coercitivo estatal por los distintos niveles
de los gobiernos (central, regional y local), como en los aspectos de
administración de justicia, con el fin de bloquear fuerzas competitivas
oponentes y asegurarse beneficios “extraordinarios”
por encima del rendimiento “normal”
que predominaría bajo condiciones competitivas.
Esto implica que los agentes
económicos están más preocupados por desarrollar sus capacidades de relaciones
públicas, muchas veces debidamente “aceitadas”,
con los distintos niveles y poderes del estado que, preocupados en innovar sus
productos, mejorar sus talentos técnicos, innovar sus métodos productivos o
desarrollar y aplicar nuevas tecnologías para el mejor servicio del ciudadano
consumidor. De esta manera, la competencia emprendedora se retrotrae del área
productiva del mercado de bienes y servicios y se traslada a la dimensión del
mercado de favores políticos. Es por esto por lo que, trágicamente, el peruano
aprende de muy niño que “el vivo vive
del tonto, y el tonto de su trabajo”, lo cual también se refleja en las
preferencias vocacionales de los estudiantes, que tienden a elegir carreras que
los capaciten para manejar el poder político y elegir menos carreras del ámbito
técnico.
Un problema que surge de esta
forma de organización económica es que los distintos grupos económicos, al
competir por el control del aparato estatal, no sólo sacrifican recursos
escasos, que de otra manera estarían generando un mayor nivel de vida para los
peruanos, sino que, al bloquear la competencia, inhiben la expansión económica,
aumentando el desempleo de los recursos productivos y concentrando la
distribución de la renta del país, aumentando así la desigualdad relativa.
Lo interesante, desde el punto
de vista práctico, es que esta forma de organización perjudicial para el
conjunto de la sociedad, responde a estrategias de conducta dominantes de la
búsqueda particular e individual del lucro, bajo ciertas reglas de juego,
éticas, políticas e institucionales: derechos de propiedad mal definidos y mal
defendidos por la justicia, libertad parcial y segmentada para comerciar, con
poca competencia y un marco de valores que premia la “criollada perversa”, y desincentiva las conductas de las personas
honestas, tienden a frustrar el desarrollo de los talentos y facultades
productivas y a concentrar la renta en actividades políticas ociosas y
perversas, creando un caldo de cultivo para la inestabilidad e injusticia social.
Por el contrario, lo novedoso
en la edad moderna, que sorprende a tiros y troyanos, es que los países
capitalistas desarrollados han demostrado que, si se redefinen las reglas de
juego con un marco ético-institucional adecuado (correcta y legítima definición
de los derechos de propiedad privada, protección eficaz de la misma por la
justicia, libertad amplia y general para comerciar, que fomente la competencia
y un marco de valores cuyos incentivos alineen los actos honestos con el
reconocimiento social), esas mismas fuerzas egoístas, que buscan el lucro, se
canalizan hacia el desarrollo de una organización social de la cual todos se
benefician mutuamente, puesto que, bajo un sistema de libre concurrencia, la
única forma de lucrar, es poniéndose al servicio del ciudadano consumidor.
¡Urge la reforma institucional!
KURT
H. NOEDING K.
Director
del Instituto Ludwig Erhard
Director del Instituto Ludwig Erhard en Profesional independiente